martes, 27 de enero de 2015

LA LUZ DE TU PALABRA

Nos has dado la luz de tu palabra
y un rubí que monta sobre un engarce,
tan florido y elevado como un arce,
puesto en el corazón para que se abra.

Es la humildad esta piedra preciosa.
Como una higuera rebosante de higos,
leales como los mejores amigos,
es tu santa palabra luminosa.

Hacia Ti elévase el alma sanada.
Tu palabra la salud proporciona.
Hallamos en tu luz nueva morada.

Buscamos con anhelo tu mirada
y hallamos que un éter divino acciona
nuestra nueva vida recuperada.






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Paradojas de la noche viva. Papel. 

DAR EL CORAZÓN

Tengo por una muy grande verdad
que el mayor de los placeres es dar;
es algo muy cierto que la humildad
es la Fe en Dios Supremo validar.

Un alma pura procura casar
su corazón con Fe en la de Dios gracia.
En el buen amor se ocupa en pensar
y, así, su maldita ansiedad se sacia.

Al Señor el corazón se lo damos,
Quien para sanarnos lo solicita,
y ya nunca tendremos otros amos.

Por este don, los versos que cantamos,
que hasta el que es más inculto los recita,
en la Fe en el Señor los entregamos.









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